Hoy hablaremos de TRANSMILENIO, supuestamente “el amigo que nos cambió la
vida”. Una vez más otra campaña mediocre creada con base en la palabrita “amistad”.
Vamos
por partes, y quiero empezar por las famosas losas: En el primer pase del
invento del 3000 como lo llamo yo, se calcula que más del 90% de las losas se
quebraron y le costó un montón de dinero a la ciudad. Por esto mismo, hace más
de 11 años se inició una investigación a esa maravilla de Alcalde de aquel
entonces pero la demanda no prosperó, nadie respondió y la demanda va a
prescribir. Curioso que en las últimas elecciones no recordara eso, ni sus
moños navideños, ni bolardos y hablara de una hoja de vida intachable. Esta
amnesia parcial que afecta a los políticos es tan dura, ¡pobrecitos de verdad!
Después
de un manipulado mandato de Antanas Mockus a quien se le siguieron rompiendo las famosas losas, llegó un muy
envalentonado Lucho Garzón, que juró en campaña recuperar con demandas todo ese
dinero, amenazó a ICA México (Ingenieros Civiles Asociados) y muchas cosas más,
pero tristemente para el bien de la ciudad, nunca paso nada, al menos para su
bien, pero si para su mal por las multas que tuvo que pagar.
Ni
hablar de Samuel Moreno Rojas que está de sobra la genial gestión que hizo y
principalmente con Transmilenio. ¿Para qué sentir más dolor por nuestros
impuestos tristemente invertidos en bienes privados? Ahora se calcula que la
reparación de las losas cuesta alrededor de 70.000 millones de pesos. Más y más
dinero, más y más impuestos el cual contrasta con la peor calidad de las losas.
No hace mucho, llegó a Colombia un producto llamado Asphaltable, un pavimento elástico con el que hacen la mayoría de
las autopistas en el sur del continente y con el cual el gobierno argentino
hizo una pista para aviones de carga y guerra en la Antártida. Nunca se aprobó
su ingreso a la Nación curiosamente y por algún comentario que nos llegó de un
empresario, alguien le dijo: “EL NEGOCIO NO ES HACER LAS VÍAS, EL NEGOCIO ES EL
MANTENIMIENTO”, con Transmilenio lo comprobamos.
Ahora
veamos el tema de los costos del pasaje: en Colombia el ticket de transporte está en $1.400 en hora valle y $1.700 en hora
pico, una barbaridad si compara con otros países que tienen sistemas de
transporte masivo de verdad como lo es el Metro de Santiago, San Pablo y la
misma Buenos Aires, que aunque el Gobierno desmontó el subsidio que lo mantenía
en $1,25 y pasó a $2,50, lo que en pesos colombianos representa más o menos $1.200,
sigue siendo todavía mucho más económico y transporte de verdad. Ni para qué
compararlo con el metro de la bellísima ciudad de Medellín, que está entre los
$800 y $1800 dependiendo el usuario, su frecuencia de uso, si es estudiante,
adulto mayor entre otros, además es hermoso, aseado, obviamente muy concurrido
en horas pico pero nada que ver con este monumento a la corrupción.
Accidentalidad: Nunca podré olvidar el atroz accidente
de los niños en Suba del colegio Agustiniano. 21 niños y 2 adultos muertos y 24
más heridos. A esas familias sí que les cambió la vida. El año pasado hubo más
de 220 accidentes de estos buses y no siempre fueron causados por terceros, hay
bastantes que se dieron entre los mismos
buses del sistema. En estos casos
¿A quién culpan o cómo lo maquillan? Ellos se pasan semáforos en rojo, frenan
como si llevaran animales, llenan los buses como si fuéramos paquetes, sus
buses contaminan, etc., ¿Y quién los regula? Buenas preguntas, ¿No?
Tiempos: Cada vez es más difícil tomar un
bus de estos y ni que hablar de los famosos alimentadores. Pueden pasar 20, 30
y hasta 40 minutos para que pase uno de estos totalmente abarrotado de gente.
Corrupción: no es un secreto lo último que se
sabe con el famoso carrusel de la contratación y que algunos estiman va llegando
a los 2 billones de pesos. Que lástima que con tanta hambre y gente en la
miseria absoluta, éste sea el canal para desangrar a una bombardeada ciudad.
Ingresos
a la Ciudad: este
sistema le causa sólo pérdidas a la ciudad, es bueno saber que la ciudad les
paga todo y la empresa privada se lleva las ganancias. De igual forma, no
dejemos de lado lo que cuesta colocar una campaña publicitaria en cualquier
bus, estación o portal de Transmilenio porque sale por un ojo de la cara. Le
cuento, tener presencia en estaciones de Transmilenio durante un mes, por cada
valla le puede salir por encima de los
200 millones de pesos. Si no me cree, pregunte en Publimilenio, empresa
comercializadora de la pauta de dicho sistema de transporte y me dará la razón.
Seguridad: Este tema yo lo definiría con una
frase popular que recita que “Transmilenio es más peligroso que un tiroteo en
un elevador”. ¿Quién no ha sido víctima de un robo en un bus o una estación? ¿Quién
no ha vivido una mala experiencia de acoso sexual en estos sitios? Es
deprimente y todo se queda en promesas de mejorar, de cámaras y de más
seguridad, pero nada de nada. Es curioso ver que cuando algo pasa con los buses,
inmediatamente llegan cientos de policías a cuidar los buses y las estaciones.
¿Por qué no hacen lo mismo cuando queman los buses de transporte urbano, cuando
asesinan un taxista o extorsionan a los conductores?
Para
evitar que se nos vayan a poner muy sensibles los amigos del “Transmilleno”,
les dejo una foto propia de un bus que estaba por fuera de ruta y que no tuvo
ningún reparo en pasarse en doble parada y obstaculizar el tráfico. Qué
maravilla de transporte, qué maravilla de respeto y que maravilla de cultura
ciudadana la que nos enseñan.
Por
lo anterior, por las diversas manifestaciones producto de su mal servicio e
irrespeto a los usuarios y por 70.000 millones de razones más, por esta
maravilla de invento que quieren hacer ver como el orgullo de la ciudad, cuando
en realidad no es más que un sistema anticuado, costoso, deshonesto, poco
cómodo, monopolista, sólo podemos decir: ¡TRANSMILENIO:
EL ENEMIGO QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA!
Como
nos interesa bastante su opinión y brindar temas de interés, le invitamos a
escribirnos, a seguir dándonos sus opiniones y a proponer temas para que sean
desarrollados por nuestro equipo creativo y de investigación, al correo mercadeo@sowhat.com.ar.
De
esta manera concluye nuestra editorial, la cual no podría cerrarse sin reiterar
mi agradecimiento por leernos y darnos sus opiniones. Se despide su amigo,
Héctor
Jiménez Rodríguez.
@chesitoJR
@sowhatcolombia
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